«Lo que es bueno para mí, es bueno para mi pueblo», dijo un rey famoso. Y Felicio, un día de mucho viento, pensó lo mismo al encontrar una corona y ponérsela. ¡De pronto se había convertido en rey! Menuda vida le esperaba: cacerías, paseos por los jardines reales, recepción de embajadores… Una fábula irresistiblemente divertida y filosófica sobre la gran cuestión del poder y sus excesos.